Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


538
Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 20 de abril de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués de la Vega y al Sr. Sorní
Número y páginas del Diario de Sesiones 12, 204,205
Tema: Acta de Córdoba

El Sr. Ministro de la GOBERNACION (Sagasta): El Sr. Sorní tiene la manía de combatirme siempre, y aprovecha para ello la primera ocasión que encuentra; esto me hace recordar aquello de

 Tengo unas calabazas

 puestas al humo,

 y al primero que llegue

 se las emplumo.

De una manera o de otra, siempre encuentra el señor [204] Sorní motivos para atacar al Ministro de la Gobernación y al Gobierno; pero jamás ha estado S.S. tan injusto como hoy; ¿Qué es lo que he dicho? ¿Qué es lo que está practicando el Gobierno? ¿Pues no acaba de oír al Sr. Marqués de la Vega de Armijo que un alto funcionario, nada menos que el comandante general de una provincia, en el cual necesita el Gobierno tener entera confianza, ha votado al Sr. Marqués de la Vega de Armijo, haciendo alarde de que le votaba? Y sin embargo, ¿qué hemos hecho con ese comandante general? Dejarle en su puesto. ¿Pues no ha oído que ha habido funcionarios públicos que han votado al Sr. Marqués de la Vega de Armijo y que siguen en sus puestos, y que no he quitado más que a uno por la misma razón que les servía para quitar a aquellos varones ilustres que S. S. ha aplaudido tanto, y que yo aplaudo más que S. S.? Pero ¿por qué he quitado a este único empleado en Córdoba? Porque se ha convertido en agente electoral de uno de los candidatos, y el Gobierno no sostiene a los empleados públicos para que apoyen a este o a otro candidato. Si no los sostiene para apoyar el suyo, ¿por qué ha de permitir que apoyen el de otros? Por consiguiente, vea S. S. lo injusto que ha estado hoy: lo que yo he dicho es que el empleado que no esté dentro de la situación (lo cual no quiere decir que esté dentro del Ministerio), y que está dispuesto a trabajar en contra de la situación, debe empezar por renunciar el cargo, porque así lo exigen las nociones más elementales de la decencia. Si S.S. me ha comprendido mal, o ha querido comprenderme mal porque ha tenido ganas de medir sus armas con las mías, con la ventaja que siempre tiene, yo no tengo más que decir; me doy por vencido, y me siento, esperando que otra vez se lo presente ocasión para lo de las calabazas.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL